Recuerdo
la primera vez que pisé el parqué del Pabellón Insular Santiago Martín
como acreditada. Iba a cubrir en este medio de comunicación información
sobre el equipo de mi isla, aquel que siempre he seguido. Fui a la
presentación de la pretemporada sin saber lo que me iba a encontrar.
Estaba realmente nerviosa, pero puse todo mi esmero en disimularlo.
Nunca sabré si conseguí que los periodistas presentes, los jugadores, el
técnico o el resto de trabajadores del Club Baloncesto Canarias lo
notaron. Si alguno lee esto, sobra decir que ahora lo admito con
orgullo.
Me
quedé hasta que concluyó la primera sesión de entrenamiento. Cuando fui
a despedirme del jefe de prensa vi que estaba hablando con alguien pero
no apreciaba quién era al estar de espaldas, así que me acerqué para
despedirme. Pero es que soy tan despistada que no me di cuenta de que
esa persona era el entrenador, Alejandro Martínez. Con una sonrisa en la
cara se me presentó. Fue uno de esos momentos en los que quise que me
tragase la tierra, porque sin querer acababa de conocer presencialmente
al entrenador que más he admirado. Aquel que durante tantos años se ha
preocupado por el baloncesto en Canarias, independientemente de que
fuera femenino o masculino. Aquel gracias al que soy una aficionada del
ahora denominado Iberostar Tenerife. Aquel que logró el ansiado ascenso
del equipo a la máxima categoría del baloncesto español.
La
primera vez que acudí a una rueda de prensa postpartido fue
periodísticamente espeluznante. Había jugado toda la vida baloncesto y
se supone que tenía los conocimientos previos para lanzarle cualquier
pregunta al técnico. Pero estaba rodeada de profesionales - ahora sé que
también había infiltrado algún que otro no profesional- de los medios
de comunicación que hacían que las preguntas que yo quería formularle
pareciesen propias de niños. O directamente se me adelantaban a lo que
yo quería saber. "Venga, Loida, que quieres ser periodista y encima tienes la oportunidad de preguntarle algo al entrenador",
pensé. Me animé a levantar la mano, pero creí que jamás me llegaría el
turno de palabra. Quizás por un despiste el jefe de prensa no se había
percatado de que quería formular una pregunta o tal vez los demás
presentes tenían prioridad porque al fin y al cabo yo era una novata.
Cuando me resigné y bajé la mano, mi cara tuvo que ser un cuadro. En
medio de la ronda de preguntas fue Alejandro Martínez quien me cedió la
palabra sin saberse siquiera mi nombre o el medio para el que escribía.
De hecho, me lo preguntó y me sentí incómoda al ser por un segundo el
centro de atención en esa sala. Dejó caer algo así como que pensaba que
quería decir algo. No me acuerdo lo que le pregunté pero seguramente
habrá sido una tontería en contraste con las que ya había respondido.
Pero significó muchísimo para mí.
Mi primera temporada cubriendo la
actualidad del Iberostar Tenerife cada domingo ha sido una de las más
enriquecedoras de mi vida hasta ahora. Tras cada encuentro, me
encontraba con Alejandro en los pasillos o en cualquier lugar y siempre
me regalaba una sonrisa, unas palabras amables o simplemente me tocaba
el hombro mientras hablaba con otras personas y estaba por ahí yo al
lado estorbando. Por desgracia, he tenido que cubrir la noticia de su
dimisión como técnico. Es una de las que más me ha costado hacer porque
simplemente me niego a aceptarlo. Ya con el tiempo lo asimilaré. Ha
dirigido al equipo durante 12 años, regalando grandes momentos y
asumiendo con humildad los errores de sus jugadores e incluso los suyos
propios. No voy a entrar a debatir su labor como técnico porque
considero que su historial habla por sí solo. No soy nadie para juzgar
lo que ha hecho durante su etapa al mano del club aurinegro y de la
misma forma en la que él nunca se ha metido con mi labor, no voy a
criticar -ni positiva ni negativamente- la suya.
Lo que más me gusta de Martínez además
de esa sonrisa que siempre tiene en la cara y su amabilidad es su gran
sinceridad. En las buenas y en las malas, dice lo que piensa sin
tapujos. Cuando ha querido compartir sus sentimientos lo ha hecho,
ofreciendo declaraciones a la prensa admitiendo que ha sentido en
ocasiones por parte de la misma que va a por él o que no le da demasiada
cobertura al equipo. Ha respondido a todas las cuestiones que le han
hecho, a pesar de ser incómodas. Se ha sacado fotografías con todos los
que se las han pedido, desde niños hasta mayores. Y siempre con una esa
gran sonrisa que te transmite confianza, simpatía y cordialidad. No he
conocido a un entrenador tan humilde como él, aunque seguro que haberlos
haylos. Pero no existe otro como él, porque simplemente es único.
A partir de ahora formará parte del
organigrama del Club Baloncesto Canarias y -como es sabido a estas
alturas- el encargado de tomar el relevo como entrenador será Txus
Vidorreta. Pero lo siento por el bilbaíno, porque para mí el entrenador
aurinegro SIEMPRE será ALEJANDRO MARTÍNEZ. Y quiero pensar que dentro de
un tiempo volverá a tomar las riendas del primer equipo. Gracias por
todo coach y espero volvernos a encontrar pronto en el Pabellón.