18 feb 2014

Sube el volumen y escucha

No puedes seguirme por la simple razón de que no sabes encontrarme. Vivo en un constante laberinto. Puede que creas conocerme, pero probablemente te equivoques y conozcas una faceta que yo quiero que veas. Te engaño y simplemente me dejas hacerlo. O finges a la perfección. Y por mucho que lo intentes, déjalo ya de una maldita vez. Es inútil.  Probablemente, no vas a saber quién soy hasta el punto final, cuando acaba todo, que se supone que es cuando desaparezco y dejo de existir. Dejo de respirar.
Y es que no hay vida suficiente para conocerme, pero siempre en el camino tengo que esquivar a personas que creen ser interesantes y tener comentarios dignos de mentes prodigiosas cuando lo cierto es que al decirlas quedan como lo que son:  verdaderas idiotas egocéntricas. De vez en cuando, es preferible callar antes de demostrar la estupidez que les caracteriza. No me interesa lo que puedan opinar de mí, o incluso si les disgusta algo que digo, llevo o hago. No sé por qué me dan sus opiniones cuando no se las he pedido y mucho menos me interesa. Pero paso, asiento a esos efímeros comentarios y mi cabeza hace un viaje a las puertas prohibidas de mi mente. Podría entrar en sus juegos de niños, pero prefiero quedarme ronca gritando en silencio antes que rebajarme a sus alturas y formar parte de ese ridículo espectáculo en el cual quieren hacerme partícipe.
 
Con frecuencia, suelo  pasear por las esquinas de mi vida sin remedio, sin ganas de hacer nada, me concentro en sobrevivir. Para ello es necesario abrir bien los ojos, despegar los párpados, quitarse las legañas y observar bien lo que acontece. Solo así reconoces que si no tienes fe en ti, nadie lo tendrá. Pero tampoco espero que nadie la tenga, lo que piensen los demás no es tan relevante como lo que puedas pensar de ti.
Pero nadie puede afirmar con rotundidad que me conoce. Y que alguien lo diga es algo que consigue sacarme de mis casillas. He atravesado umbrales de dolor que nadie lograría sospechar, pero no presumo de ello, como otros hacen. Simplemente sigo viva, pero me desconoces, tal vez deberías tener miedo por ello. Puede que nadie me comprenda, pero quizás eso me agrade. Lo único que puedes saber es que soy un completo desastre que siempre consigue lo contrario a lo que quiere. Y podría seguir detallando más cosas insignificantes acerca de mí, ¿pero para qué? Mejor no te digo más, debido a que tampoco te digo menos.