23 jun 2014

Un triste final para el sueño canario

Reconozco que no soy una gran aficionada al fútbol, y menos una seguidora de la Unión Deportiva Las Palmas (UD Las Palmas). No obstante, ayer fui una de las tantas personas que vio el polémico partido que este equipo tuvo con el Córdoba CF. El hecho de que no sea del club canario no implica que, si ascendía a Primera División, no me alegrase. Al contrario, sería motivo de satisfacción que un  conjunto canario estuviera en ese puesto tras una temporada de esfuerzo y esto tendría efectos positivos en las Islas Canarias. Pero la ilusión de la UD Las Palmas, como todos saben, terminó cuando un par de cretinos decidieron saltar al terreno de juego a celebrar “la victoria” de su equipo y llevarlos así a la derrota. El cuento de la lechera se repite.

A falta de un minuto para el final, gran parte de los hinchas se lanzaron al campo para invadirlo y festejar una celebración que acabaría siendo una vergüenza para los canarios, pues ahora se generalizará y todos seremos objeto de burla por esos inoportunos payasos. Durante ese tiempo, el entrenador del Córdoba, Chapi Ferrer, aprovechó para preparar la última jugada, que resultó ser un milagro que hizo que el equipo subiese a Primera después de 42 años. Y visto lo visto, este triunfo fue más que merecido, ya que no fueron partícipes del lamentable escándalo y supieron guardar la compostura. El presidente de la UD Las Palmas estaba  enfadado al terminar el partido: “Hay gente que no respeta las normas y por esta minoría la UD Las Palmas pierde la ilusión de algo que tenía en sus manos”, indicó Miguel Ángel Ramírez. “El árbitro me dijo que quedaba un minuto y lo decidió suspender, de no haber pasado esto, habríamos ganado”, explicó.

Tras la derrota, un grupo de aficionados iniciaron una batalla campal contra los presentes en el terreno de juego que obligó a la Policía a intervenir. De hecho, algunos hasta robaron botellas de agua del banquillo e increparon a los jugadores del Córdoba. Personalmente, me molesta muchísimo que en la mayoría de las noticias se hable de la afición amarilla como unos vándalos, cuando también hubo admiradores que lloraron por la desilusión, que felicitaron y aplaudieron a los componentes del equipo contrario. Pero las cámaras de televisión no grabaron a esos buenos seguidores, pues lo que vende es el morbo y la violencia es algo idóneo para ello.


¿Qué hubiera pasado si Las Palmas hubiese ganado? No se puede responder con certeza. Puede que esto supusiera un beneficio económico para Gran Canaria y para el sector turístico. Pero no nos engañemos: que para esto hace falta unos dirigentes políticos eficaces capaces de paliar el desempleo y desigualdad social, algo que hasta ahora ha sido imposible. Sin embargo, una de las preocupaciones añadidas a esto es la educación, que tristemente parece ir en decadencia. ¿Tanto esfuerzo requiere quedarse sentado en las gradas disfrutando de un partido de fútbol? ¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los adultos? En fin, un triste final para el sueño canario. Espero que la próxima vez den un ejemplo de respeto y enseñanza en lugar de favorecer a la ignorancia y deshonra.