6 nov 2015

¡Gracias por todo, Alejandro!

Recuerdo la primera vez que pisé el parqué del Pabellón Insular Santiago Martín como acreditada. Iba a cubrir en este medio de comunicación información sobre el equipo de mi isla, aquel que siempre he seguido. Fui a la presentación de la pretemporada sin saber lo que me iba a encontrar. Estaba realmente nerviosa, pero puse todo mi esmero en disimularlo. Nunca sabré si conseguí que los periodistas presentes, los jugadores, el técnico o el resto de trabajadores del Club Baloncesto Canarias lo notaron. Si alguno lee esto, sobra decir que ahora lo admito con orgullo.

Me quedé hasta que concluyó la primera sesión de entrenamiento. Cuando fui a despedirme del jefe de prensa vi que estaba hablando con alguien pero no apreciaba quién era al estar de espaldas,  así que me acerqué para despedirme. Pero es que soy tan despistada que no me di cuenta de que esa persona era el entrenador, Alejandro Martínez. Con una sonrisa en la cara se me presentó. Fue uno de esos momentos en los que quise que me tragase la tierra, porque sin querer acababa de conocer presencialmente al entrenador que más he admirado. Aquel que durante tantos años se ha preocupado por el baloncesto en Canarias, independientemente de que fuera femenino o masculino. Aquel gracias al que soy una aficionada del ahora denominado Iberostar Tenerife. Aquel que logró el ansiado ascenso del equipo a la máxima categoría del baloncesto español.

La primera vez que acudí a una rueda de prensa postpartido fue periodísticamente espeluznante. Había jugado toda la vida baloncesto y se supone que tenía los conocimientos previos para lanzarle cualquier pregunta al técnico. Pero estaba rodeada de profesionales - ahora sé que también había infiltrado algún que otro no profesional- de los medios de comunicación que hacían que las preguntas que yo quería formularle pareciesen propias de niños. O directamente se me adelantaban a lo que yo quería saber. "Venga, Loida, que quieres ser periodista y encima tienes la oportunidad de preguntarle algo al entrenador", pensé. Me animé a levantar la mano, pero creí que jamás me llegaría el turno de palabra. Quizás por un despiste el jefe de prensa no se había percatado de que quería formular una pregunta o tal vez los demás presentes tenían prioridad porque al fin y al cabo yo era una novata. Cuando me resigné y bajé la mano, mi cara tuvo que ser un cuadro. En medio de la ronda de preguntas fue Alejandro Martínez quien me cedió la palabra sin saberse siquiera mi nombre o el medio para el que escribía. De hecho, me lo preguntó y me sentí incómoda al ser por un segundo el centro de atención en esa sala. Dejó caer algo así como que pensaba que quería decir algo. No me acuerdo lo que le pregunté pero seguramente habrá sido una tontería en contraste con las que ya había respondido. Pero significó muchísimo para mí.


Mi primera temporada cubriendo la actualidad del Iberostar Tenerife cada domingo ha sido una de las más enriquecedoras de mi vida hasta ahora. Tras cada encuentro, me encontraba con Alejandro en los pasillos o en cualquier lugar y siempre me regalaba una sonrisa, unas palabras amables o simplemente me tocaba el hombro mientras hablaba con otras personas y estaba por ahí yo al lado estorbando. Por desgracia, he tenido que cubrir la noticia de su dimisión como técnico. Es una de las que más me ha costado hacer porque simplemente me niego a aceptarlo. Ya con el tiempo lo asimilaré. Ha dirigido al equipo durante 12 años, regalando grandes momentos y asumiendo con humildad los errores de sus jugadores e incluso los suyos propios. No voy a entrar a debatir su labor como técnico porque considero que su historial habla por sí solo. No soy nadie para juzgar lo que ha hecho durante su etapa al mano del club aurinegro y de la misma forma en la que él nunca se ha metido con mi labor, no voy a criticar -ni positiva ni negativamente- la suya.

Lo que más me gusta de Martínez además de esa sonrisa que siempre tiene en la cara y su amabilidad es su gran sinceridad. En las buenas y en las malas, dice lo que piensa sin tapujos. Cuando ha querido compartir sus sentimientos lo ha hecho, ofreciendo declaraciones a la prensa admitiendo que ha sentido en ocasiones por parte de la misma que va a por él o que no le da demasiada cobertura al equipo. Ha respondido a todas las cuestiones que le han hecho, a pesar de ser incómodas. Se ha sacado fotografías con todos los que se las han pedido, desde niños hasta mayores. Y siempre con una esa gran sonrisa que te transmite confianza, simpatía y cordialidad. No he conocido a un entrenador tan humilde como él, aunque seguro que haberlos haylos. Pero no existe otro como él, porque simplemente es único.

A partir de ahora formará parte del organigrama del Club Baloncesto Canarias y -como es sabido a estas alturas- el encargado de tomar el relevo como entrenador será Txus Vidorreta. Pero lo siento por el bilbaíno, porque para mí el entrenador aurinegro SIEMPRE será ALEJANDRO MARTÍNEZ. Y quiero pensar que dentro de un tiempo volverá a tomar las riendas del primer equipo. Gracias por todo coach y espero volvernos a encontrar pronto en el Pabellón.