24 sept 2013

Lo ilógico del capitalismo


A lo largo de la historia muchos han sido los individuos que se han encargado de analizar con profundidad el modelo socioeconómico que predomina en nuestra actual sociedad, es decir, el capitalismo, basado en  que grandes empresas y personas acaudaladas controlan la propiedad y los activos capitales existentes. En estos días he estado leyendo la obra El capitalismo histórico, del sociólogo y científico estadounidense Immanuel Wallerstein, y me ha gustado un párrafo, situado en la página 32 de la misma, que define lo ilógico que es este sistema. A pesar de su aparente simpleza, encierra ideas que calificaría de complejas, dado que han estado en un intenso y polémico debate durante años. A continuación, os dejo el breve fragmento para que saquéis vuestras propias conclusiones y unos comentarios explicativos acerca del mismo.

“Hemos invertido mucho tiempo en esbozar cómo ha actuado el capitalismo histórico en la arena económica. Ahora estamos preparados para explicar por qué surgió el capitalismo como sistema social histórico. Esto no es tan fácil como a menudo se piensa. Lejos de ser  como algunos apologistas han tratado de mantener, el capitalismo histórico es un sistema patente absurdo. Se acumula capital a fin de acumular más capital. Los capitalistas son como ratones en rueda, que corren cada vez más deprisa a fin de correr aún más deprisa. En el proceso, sin duda algunas personas viven bien, pero otras viven en la miseria; y ¿cómo de bien y durante cuánto tiempo, viven los que viven bien? Cuanto más reflexiono sobre ello, más absurdo me parece. No solo creo que la inmensa mayoría de la población del mundo está objetiva y subjetivamente en perores condiciones materiales que en los sistemas históricos anteriores, sino que, como veremos, pienso que se puede argumentar que también está en peores condiciones políticas”.


Wallerstein es un autor que no considera que lo primordial del capitalismo sea su propia naturaleza de economía de mercado, sino que, siguiendo la línea del historiador Fernand Braudel y el economista Karl Polanyi, llega a postular que el capitalismo es una economía antimercado en el sentido de que la lógica del sistema tiende al monopolio u oligopolio, en lugar de dejar espacio a la libre competencia. No obstante, admite  que la acumulación del capital se realiza mediante  una mercantilización progresiva de todos los elementos sociales. Además, postula que los problemas económicos y sociales de los países subdesarrollados no serán resueltos mientras éstos permanezcan dentro del contexto del capitalismo mundial.