A
lo largo de la historia muchos han sido los individuos que se han encargado de
analizar con profundidad el modelo socioeconómico que predomina en nuestra actual
sociedad, es decir, el capitalismo, basado en que grandes empresas y personas acaudaladas controlan
la propiedad y los activos capitales existentes. En estos días he estado
leyendo la obra El capitalismo histórico,
del sociólogo y científico estadounidense Immanuel Wallerstein, y me ha gustado
un párrafo, situado en la página 32 de la misma, que define lo ilógico que es
este sistema. A pesar de su aparente simpleza, encierra ideas que calificaría
de complejas, dado que han estado en un intenso y polémico debate durante años.
A continuación, os dejo el breve fragmento para que saquéis vuestras propias
conclusiones y unos comentarios explicativos acerca del mismo.
“Hemos
invertido mucho tiempo en esbozar cómo ha actuado el capitalismo histórico en
la arena económica. Ahora estamos preparados para explicar por qué surgió el
capitalismo como sistema social histórico. Esto no es tan fácil como a menudo
se piensa. Lejos de ser como algunos apologistas han
tratado de mantener, el capitalismo histórico es un sistema patente absurdo. Se
acumula capital a fin de acumular más capital. Los capitalistas son como
ratones en rueda, que corren cada vez más deprisa a fin de correr aún más deprisa.
En el proceso, sin duda algunas personas viven bien, pero otras viven en la
miseria; y ¿cómo de bien y durante cuánto tiempo, viven los que viven bien?
Cuanto más reflexiono sobre ello, más absurdo me parece. No solo creo que la
inmensa mayoría de la población del mundo está objetiva y subjetivamente en
perores condiciones materiales que en los sistemas históricos anteriores, sino
que, como veremos, pienso que se puede argumentar que también está en peores
condiciones políticas”.
Wallerstein
es un autor que no considera que lo primordial del capitalismo sea su propia
naturaleza de economía de mercado, sino que, siguiendo la línea del historiador
Fernand Braudel y el economista Karl Polanyi, llega a postular que el capitalismo
es una economía antimercado en el sentido de que la lógica del sistema tiende
al monopolio u oligopolio, en lugar de dejar espacio a la libre competencia. No
obstante, admite que la acumulación del
capital se realiza mediante una
mercantilización progresiva de todos los elementos sociales. Además, postula
que los problemas económicos y sociales de los países subdesarrollados no serán
resueltos mientras éstos permanezcan dentro del contexto del capitalismo
mundial.