29 jul 2013

Crisis, crisis y más crisis


Empiezo ya a enfadarme bastante con el tema de la crisis económica. Todos los días oigo a alguien quejarse de ella, y no puedo dejar de pensar que no hace falta que sean tan repetitivos y cansinos, creo que ya todos, a estas alturas, nos hemos enterado de la existencia de la recesión económica que atraviesa nuestro país. No obstante, pese a la gravedad del asunto, no puedo dejar de meditar en si realmente debería ser la crisis nuestra preocupación máxima y prioritaria.

Ya he dicho en varias ocasiones que lo mejor que se nos ha dado a lo largo de nuestra historia como nación es hacer dar golpes de Estado,  elaborar constituciones y tener crisis de todo tipo. Es cierto que dicho así suena bastante funesto, pero no es algo que me esté inventando, pues no está, por desgracia, en mis manos modificar el pasado. Como iba diciendo, la situación de crisis ya es habitual en España, es  como ese miembro de nuestra familia que nos cae peor que los demás, sin embargo, si echamos la vista atrás podremos apreciar que todas las crisis acaban pasando pese a que a priori parezca  algo imposible e inalcanzable. Creo que lo mejor en esos casos es mostrarnos optimistas y no dejarnos invadir por el desánimo, del mismo modo que cuando te encuentras inmerso en un pozo lo primero que debes hacer es dejar de cavar con el objetivo de que no se haga más profundo. Pero bueno, si  hay gente que prefiere vivir en su pesimismo por creer que mejorará así su situación, es respetable.

Hay que admitir que la crisis adquiere importancia y debe inquietarnos, pero a mí, particularmente, me preocupan más otras cosas que parecen ser comunes en nuestra sociedad y que parece que a nadie le importa. Por ejemplo, observar cómo por la calle un niño le falta el respeto a sus progenitores insultándolos y, a veces, hasta agrediéndoles físicamente. ¿No es eso alarmante? Opino que si la falta de educación y respeto ya es algo normal y admisible entre los más pequeños, es mejor no tener hijos o contratar a Supernanny inmediatamente, quien saldría de la crisis rápidamente. Pero, ahora que lo pienso, no es de extrañar que los niños se comporten de esa forma cuando diariamente ven como sus padres dedican a otros  insultos, por ejemplo, mientras conducen al considerar que no manejan los vehículos de forma adecuada.

Otra cosa bastante preocupante es que siempre hay gente con ganas de cabrearse y buscar broncas. No sé cuál es el motivo de ello y qué ganan estando enfadados todo el día. Quizás  para llegar al quid de la cuestión sería necesario realizar un par de estudios sociológicos al respecto, pero a ver quién lo hace por amor al arte. Creo que es un tema para reflexionar sobre los efectos beneficiosos de la ira en nuestra persona. Y es la ira, precisamente, lo que nos lleva a otro tema angustioso: la  enorme violencia que hay en nuestra sociedad y que llega a acabar con la vida de personas inocentes. 

Y mis inquietudes no acaban ahí, ojalá: me preocupa la inseguridad, que nos quiten avances en lugar de ofrecer más opciones en la sociedad; que existan jóvenes que ni estudian ni trabajan porque, hablando en plata, no les da la real gana; que también haya un sector de la juventud que piense que para divertirse es necesario drogarse y beber alcohol en exceso;  que existan personas que antepongan  el dinero a otras personas;  que gente que no sabe conducir lo haga de forma temeraria y atropelle a víctimas;  la actuación violenta de las autoridades hacia los manifestantes; etc. 

En fin, desde mi punto de vista, el conjunto de todo lo que he ido nombrando (e ignorando porque de lo contrario no acabaría nunca) es en realidad un fracaso que justifica que el mundo no funcione. ¿Todavía sigues pensando que la crisis es lo más relevante?