1 oct 2013

El arte pictórico del Expresionismo



El siglo XX trajo consigo  un gran número de inventos en el ámbito técnico e industrial, además de nuevos conocimientos determinantes en las ciencias humanísticas y naturales. Algunos ejemplos de ello lo constituyen la teoría de la relatividad de Einstein, el psicoanálisis de Freud o el descubrimiento de los rayos X. Todos estos novedosos entendimientos sentaron las bases de que detrás de la realidad se esconde mucho más de lo que podemos percibir mediante el sentido de la vista, rompiendo así con el esquema impresionista que predominaba en la sociedad con anterioridad. Ante esta coyuntura, nace el arte del Expresionismo, que en contra del cubismo y del impresionismo, toma como núcleo de sus preocupaciones el alma humana.


 Si se desea la rigurosidad, podemos definir como Expresionismo al arte que se desarrolla en Alemania en el segundo decenio del siglo XX, pero que se extiende hasta nuestros días. Como se ha mencionado, es opuesto a la visión del cubismo y del impresionismo,  pues se diferencia en que toma sus preocupaciones al alma humana. Pero esos problemas no se refieren a la sensibilidad halagadora de los colores, ni tampoco a la armonía de los campos cromáticos, sino al planteamiento de los conflictos íntimos del hombre. Algunos pintores de este movimiento desarrollan sus situaciones morales de urgencia acorde con la belleza de la forma y el color, pero tampoco es que se trate de un criterio realístico, pues los artistas se expresan con demasía y suelen llegar a la desesperación y el sarcasmo.


El expresionismo pone de manifiesto el lado pesimista de la vida generado por las circunstancias del momento. Muestra la cara oculta e incómoda de la modernización, la alineación, el aislamiento, la masificación, la angustia existencial ante situaciones sociales patentes en esos momentos (como el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, la república de Weimar, el nazismo y la persecución). Se trata del reflejo de un sentimiento terrorífico de la soledad, de la tristeza, dolor y amargura patente en todos los lienzos.


*El grito, de Munch
Pintores pertenecientes a este movimiento son muchísimos, pero podremos considerar al noruego Edvard Munch  (1863-1944) el padre de esta disciplina pictórica. Su cuadro más relevante y que sirve para definir la corriente de la que hablamos es “El grito”, (en noruego  Skrik”) realizado en 1983. El planteamiento de la obra forma parte del conflicto del alma: de dentro a fuera, y como una explosión, se extiende la ola de aflicción, de suerte que la naturaleza entera participa de las angustias del hombre. Este cuadro es cuantioso en cuanto a colores cálidos de fondo y luz semioscura. La figura protagonista es una persona en un sendero con vallas que se pierde de vista fuera de la escena. Se encuentra gritando, y se aprecia con claridad su desesperación. Mientras, en el fondo, casi fuera de escena, se aprecian dos figuras con sombreros, que no se pueden diferenciar con claridad. El cielo parece fluido y arremolinado, igual que el resto del fondo.


En unas notas escritas por el autor en 1886 en Niza, Munch recordó la situación que acabaría dando origen a este prestigioso cuadro: “Iba caminando con dos amigos por el paseo el sol se ponía - el cielo se volvió de pronto rojo - yo me pare - cansado me apoye en una baranda - sobre la ciudad y el fiordo oscuro azul no veía sino sangre y lenguas de fuego - mis amigos continuaban su marcha y yo seguía detenido en el mismo lugar temblando de miedo - y sentía que un alarido infinito penetraba toda la naturaleza”.


El grito es la expresión de su miedo personal, pero en este cuadro Munch logra expresar el desfallecimiento del hombre ante una realidad cada vez más compleja y confusa, realidad de la que a veces nosotros formamos parte por mucho que intentemos ignorarla.


*Imagen sacada de  http://www.intereconomia.com/sites/default/files/user_pictures/files/munch_el_grito.jpg