7 oct 2013

Un amigo es un hecho, no una palabra



Si ríes, todas las personas que se encuentran a tu alrededor reirán contigo. En cambio, si lloras, es muy probable que acabes haciéndolo en completa soledad. Por desgracia, siempre existe una versión distorsionada de lo que he mencionado: creemos que en los peores momentos que atravesamos serán cuando todos esos individuos a los que apreciamos nos brindarán su apoyo. Pero, ¿lo creemos realmente o nos tragamos nuestros propios engaños?


Quizás sea yo la única en el mundo que tenga una teoría un tanto pesimista acerca de la amistad. O puede que la amistad esté demasiado infravalorada. O tal vez sea que dicho concepto no tiene cabida en la práctica. No lo sé. No obstante, me da la impresión de que tengo una definición de lo que significa tener un amigo demasiada utópica para los tiempos en los que vivimos, hecho que explicaría que me choque tanto ver como dos personas que acaban de conocerse se llaman mutuamente amigos. Para mí la amistad consiste en que las personas implicadas en tal relación estén en todo momento, tanto en los buenos como en los malos. Como dice el refrán, en la prosperidad nuestros amigos nos conocen, pero es en la adversidad  cuando nosotros los conocemos a ellos. No es amigo aquella persona a la que que cada día vez (por ejemplo, en clase) y que tan solo está en tu vida de forma momentánea, para pasar el rato y reír de vez en cuando con ella. Eso, yo lo llamo, “coleguilla”.


Ahora bien, eso no significa que un “coleguilla” no pueda convertirse en amigo. Basándome en mi propia experiencia, me he encontrado con algunos expertos aduladores que afirman, cuando todo marcha viento en popa, que para ellos soy su amiga. Sin embargo, las palabras se las lleva el viento y es, por eso, que ese tipo de comentarios me entran por un oído y me salen por el otro. En lo que considero mi teoría realística de la amistad, sostengo que la mayoría de los lazos con los demás son fruto del interés, que desembocará, tarde o temprano, en una efímera confraternidad. Pero no todo lo que pienso está basado en la decepción: todavía existe una ínfima raza en peligro de extinción: esos anhelados amigos que sí tienen los valores morales y éticos que implica, a mi juicio, el significado de la espinosa palabreja. Y esos valores también pueden encontrarse de manera ocasional en un “coleguilla”. Pero es bueno recordar que la amistad solo puede demostrarse con acciones, porque un amigo no es una palabra, es un hecho.