Hablaba la semana pasada de los
proyectos culturales sin mencionar que
la cultura, en sí misma, abarca muchos terrenos: el arte, el cine, la lectura,
la música, etc. Hoy me centraré en lo que respecta a lo que viene a ser la música, concretamente, en Canarias.
Dijo en una ocasión el
prestigioso escritor estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849) que “en la música es acaso donde el alma se
acerca más al gran fin por el que lucha cuando se siente inspirada por el
sentimiento poético: la creación de la belleza sobrenatural.” Innegable es
que la vida sin la música sería un tormento, pues queramos o no, todas nuestras existencias están marcadas por
una variante banda sonora, que va creciendo a medida que nosotros maduramos y
cambiamos de gustos musicales. Con frecuencia, nos sentimos identificados con
diversas canciones, y pensamos “parece
que estuviera escrita basándose en mi vida” o “es como si estuviera hecha con exclusividad para mí”. Las melodías
nos alegran, nos entristecen, nos emocionan, incluso hasta nos enfadan en un
determinado momento.
Pero una cosa es hacer música y
otra muy distinta es que una persona crea tener la aptitud suficiente como para
dedicarse a ello, ya sea de forma profesional o como mero entretenimiento, sin
ser consciente de que no son hábiles en dicha materia. En Canarias, contamos
con una extensa lista de personas, unas más conocidas que otras, cuyos estilos
de vida se basan en la música. Con un poco de investigación, podemos hallar a
personas que deciden llevar una carrera musical y que hacen conocer su música
mediante determinadas redes sociales o páginas webs , con la esperanza de que haciéndose conocer puedan
convertirse en verdaderos artistas y que una importante discográfica les
contrate para alcanzar sus sueños.
No obstante, me reafirmo en que
hay individuos con talento y otros que, lamentablemente, no tienen esas dotes
artísticas. Vale, admito que hay que
luchar con unas y dientes por aquello que deseas, pero, cuando eres consciente
y resulta evidente ante todos de que no
sirves para algo, lo mejor es abandonar la batalla a tiempo antes de resultar
herido. Me parece perfecto que los jóvenes talentos quieran hacerse escuchar
mediante conciertos locales y otro tipo de iniciativas, pero seamos sinceros:
una cosa es tener esperanzas y sueños y otra diferente es ser idiota y pensar
que te vas a convertir en el Mick Jagger de tu época.
Es triste ver como algunos
personajes de Canarias que no saben cantar ni tocar están haciéndose famosillos
a base del empleo del Auto-Tune (un procesador de audio con el cual puedes,
básicamente, transformar tu voz y parecer que cantas bien) y de creerse una
estrella del rock siendo un niño pijo y mimado que ha pasado toda su vida en
conservatorios musicales con el único afán de conseguir estafar a unos cuantos
dando conciertos en los que te crees guay por estar en calzoncillos. Pura
evidencia para todos es que me estoy refiriendo en este párrafo a personas
concretas que, a mi parecer, están dejando la música de Canarias por los
suelos. Y se atreven a decir que hacen rock. ¿Rock? ¿Llama rock a unos berridos
y gruñidos que podría dar mejor un perro? Y vale, lo del otro sujeto al que me
refiero entiendo que su única salida para ganar dinero sea convertirse en el
Justin Bieber canario y depender de los 40 Principales teniendo en cuenta que
lo echaron del instituto por ser un malote (entiéndase ese término como persona
que en sus estudios no da un palo al agua porque le parece una tontería
desperdiciar su tiempo en formarse) y no sabe la diferencia entre “a ver” y “haber”.
En fin, unas personas sirven para esto y otros no. Y es
preferible, antes de hacer el ridículo, dejar de malgastar el tiempo y buscar
algo en lo que sí puedas destacar.