Las iniciativas culturales que
pretenden ofrecer gratuitamente formación
profesional y artística a los ciudadanos es algo digno de encomio y elogio. En esta
época caracterizada por la falta de dinero y de empleo, la formación es un
requisito indispensable para poder aumentar nuestra capacidad de aprendizaje al
mismo tiempo que nos distraemos.
Lo cierto es que, en Canarias, al menos no
podemos quejarnos por falta de dichos proyectos didácticos, pues son muchas
instituciones las que proponen a los habitantes,tanto en situación de
desempleo como en el caso de los ocupados, realizar cursos, talleres y demás.
No obstante, no es oro todo lo que reluce.
Como era de esperar, todas las
iniciativas referentes a aumentar nuestro nivel formativo están basadas en las
odiosas listas de espera según
preferencias específicas que cada centro posee y, en numerosas ocasiones,
esperamos una ansiada llamada que jamás llegará. Permanecer las 24 horas del
día pendiente a una llamada puede resultar frustrante y hasta enfermizo. Sin
embargo, aunque esa llamada no llegue, no es motivo suficiente como para
desanimarnos y dejarnos influenciar por la negatividad: si no te llaman en ese
momento, tal vez en el futuro tengas más suerte con otro proyecto. Eso sí, al
igual que a la hora de buscar un empleo, no puedes pretender que los cursos se
te ofrezcan personalmente mientras estás sentado en el sofá de tu casa viendo
telebasura mientras bebes una cerveza fría: tienes que informarte, moverte y
currártelo.
Las oportunidades no aparecen por
arte de magia, tienes que buscarlas. Pese al esfuerzo que esto pueda suponer a priori, puede resultar gratificante
con posteridad haber logrado cumplir tus metas. Además, siempre es bueno recordar que la cultura es lo que
queda cuando te has olvidado de todo.