14 ene 2014

Neologismos y extranjerismos

Vivimos en la era de la información. Cada día recibimos noticias por parte de diversos medios de comunicación en la que se destacan aspectos de interés general y hechos novedosos. Tanto como ciudadana como por ser estudiante de Periodismo, considero que saber lo que sucede en el mundo-tanto a nivel local, nacional como internacional- es de vital transcendencia. Las informaciones periodísticas, además de anunciar acontecimientos actuales, pretenden formar, informar y entretener a los lectores. Para ello, los periodistas y redactores tienen la responsabilidad de poseer un gran dominio lingüístico, no obstante, deben adecuar los mensajes a un nivel estándar para que estos puedan ser entendidos por el mayor número de personas posibles, empleando la sencillez y claridad. En el ámbito periodístico hay tantas personas que cumplen este requisito que han logrado que el lenguaje periodístico se convierta en la expresión más más fidedigna del estado de la lengua en un determinado momento. Sin embargo, dentro de los medios existen unos intrusos que pretenden desprestigiar y liquidar  la manifestación más viva de nuestra lengua, utilizando recursos como neologismos y extranjerismos.


Hace unos meses, leyendo una noticia de un periódico local cuyo titular es “Impulso a emprendedores con el Centro de Iniciativas Empresariales”1 me topé con que la Agencia de Desarrollo Local del Puerto de la Cruz cuenta con “un coworking, con unas características que lo convierten en uno de los mejores de Canarias”. Como  la palabra “coworking” se empleaba en reiteradas ocasiones sin explicar su significado, tuve que recurrir para solventar mi ignorancia a los diccionarios generales más destacados: Diccionario Real de la Academia Española (DRAE), Diccionario Clave SM, Diccionario del español actual de Seco e, incluso, consulté el  Diccionario María Moliner. Sin embargo, ninguno de estos diccionarios me dio una definición de ese extraño término. Entonces, acudí al buscador de Google y, una vez allí, me enteré de que es una forma de trabajo que permite a los emprendedores y profesionales independientes compartir un mismo espacio de trabajo, tanto físico como virtual. Seguí averiguando al respecto y me percaté de que el uso del anglicismo es más aceptado que su  propia traducción al español: cotrabajo. Entonces, busqué la palabra española en los diccionarios, pero por ser un neologismo tampoco encontré significación alguna. No le di demasiada importancia y continué leyendo el diario.

Tres días después, en el mismo periódico, leí una noticia cuyo titular es “Fotográfica Fest anima este fin de semana El Médano”2 con gran entusiasmo porque se anunciaba un festival en el que estaba realmente interesada en acudir. Sin embargo, hubo un párrafo que me llamó la atención: “[…]El programa de actividades contempla master class, ponencias, rally fotográfico, talleres, rutas, proyecciones, charlas y coloquios, exposiciones y un mercadillo[…]” ¿Master class? ¿Rally fotográfico? Aunque por el contexto y por mi minúsculo nivel lingüístico pude deducir la idea que el redactor quería transmitir, presa de la incertidumbre e inseguridad, acudí de nuevo a los diccionarios. Sobre el primer anglicismo, no registrado en los diccionarios, gracias a la Fundación del Español Urgente (Fundéu) descubrí que esta expresión usada para referirse a una clase, taller o seminario dictado por expertos en una determinada materia es un anglicismo innecesario, pues se recomienda escribir su equivalente en español: clase magistral.

Sobre la voz inglesa rally, el DRAE destaca que se trata de una “competición deportiva de resistencia, de automóviles o motocicletas, celebrada fuera de pista y generalmente por etapas.” Busqué el mismo concepto en el Diccionario Clave SM, que me remitió a la palabra “rali”, indicando que es innecesario el uso del anglicismo, y definiendo prácticamente la misma idea que en el otro diccionario: “competición automovilística en la que los participantes han de llegar al lugar indicado en un tiempo determinado y tras superar varias pruebas.”  Pero, me sorprendió, que en la noticia mencionada se aplicase a la fotografía cuando en los diccionarios se menciona que está referido a competiciones automovilísticas. Probablemente, el redactor debería haber escrito concurso o competición fotográfica en lugar de intentar usar clichés y neologismos sin saber qué significan.

Humberto Hernández, en su obra Una palabra ganada. Notas lingüísticas, recuerda que las lenguas son mutables, cambian y se renuevan constantemente, constituyendo un proceso imparable de evolución, dando lugar al origen de los neologismos: crear palabras, significados o expresiones completamente novedosas. También Fernando Lázaro Carreter resalta en su libro “El dardo en la palabra” que “cientos de neologismos entran en nuestra lengua con su pan bajo el brazo […] con las nuevas cosas que nombran o con matices que no percibíamos” y que “traen modernidad y ganancia”. Carreter llega al punto de denunciar neologismos sinsentidos, absurdos e ilógicos para cualquier persona. Ambos autores comparten la opinión de que el empleo de neologismos no es algo nocivo por la mutabilidad lingüística que siempre ha existido y existirá, pero también concuerdan en que no deberían utilizarse voces procedentes de otros lenguajes teniendo en el nuestro equivalentes. Por ejemplo, ¿por qué decir hadware en lugar de soporte físico? ¿Pendrive en vez de memoria USB? ¿PC y no ordenador personal? ¿E-mail preferiblemente a correo electrónico?

Es triste que nuestro vocabulario esté impregnado de extranjerismos y neologismos fácilmente sustituibles en español. Puedo comprender que esto fuera necesario si algunos enunciados no tuvieran equivalentes en nuestro idioma, pero, siendo honestos, tenemos que admitir que la gran mayoría lo tienen. Llegados a este punto, puede que un amplio sector de población culpase a los medios de comunicación de masas de esta “lamentable situación “, algo que, desde mi punto de vista, es irresponsable por su parte cuando son los ciudadanos los primeros que prefieren combinar voces extranjeras con el español para parecer más cultos e “ir a la moda idiomática” y parecer ante los demás “cool”. Pese a sus finalidades, sean cuales sean, solo transmiten la sensación de seres incapaces de dominar  su propio lenguaje y que tienen que recurrir a otros idiomas para complementarse, algo ridículo. No puede culparse de estos extendidos fenómenos únicamente a los medios comunicativos, pues, como dice Lázaro Carreter “el extranjerismo no es nunca un invasor: acude porque se le llama”. Es por eso que debemos dejar de invocarles y a adquirir conocimiento de nuestra propia lengua.


1 http://www.diariodeavisos.com/2013/10/impulso-emprendedores-con-centro-iniciativas-empresariales/
2http://www.diariodeavisos.com/2013/10/fotografica-fest-anima-este-fin-semana-medano/