Empiezo ya a enfadarme bastante
con el tema de la crisis económica. Todos los días oigo a alguien quejarse de
ella, y no puedo dejar de pensar que no hace falta que sean tan repetitivos y
cansinos, creo que ya todos, a estas alturas, nos hemos enterado de la
existencia de la recesión económica que atraviesa nuestro país. No obstante,
pese a la gravedad del asunto, no puedo dejar de meditar en si realmente
debería ser la crisis nuestra preocupación máxima y prioritaria.
Ya he dicho en varias ocasiones
que lo mejor que se nos ha dado a lo largo de nuestra historia como nación es
hacer dar golpes de Estado, elaborar
constituciones y tener crisis de todo tipo. Es cierto que dicho así suena
bastante funesto, pero no es algo que me esté inventando, pues no está, por
desgracia, en mis manos modificar el pasado. Como iba diciendo, la situación de
crisis ya es habitual en España, es como
ese miembro de nuestra familia que nos cae peor que los demás, sin embargo, si
echamos la vista atrás podremos apreciar que todas las crisis acaban pasando
pese a que a priori parezca algo imposible e inalcanzable. Creo que lo
mejor en esos casos es mostrarnos optimistas y no dejarnos invadir por el desánimo,
del mismo modo que cuando te encuentras inmerso en un pozo lo primero que debes
hacer es dejar de cavar con el objetivo de que no se haga más profundo. Pero
bueno, si hay gente que prefiere vivir
en su pesimismo por creer que mejorará así su situación, es respetable.
Hay que admitir que la crisis
adquiere importancia y debe inquietarnos, pero a mí, particularmente, me
preocupan más otras cosas que parecen ser comunes en nuestra sociedad y que
parece que a nadie le importa. Por ejemplo, observar cómo por la calle un niño
le falta el respeto a sus progenitores insultándolos y, a veces, hasta
agrediéndoles físicamente. ¿No es eso alarmante? Opino que si la falta de
educación y respeto ya es algo normal y admisible entre los más pequeños, es
mejor no tener hijos o contratar a Supernanny inmediatamente, quien saldría de
la crisis rápidamente. Pero, ahora que lo pienso, no es de extrañar que los
niños se comporten de esa forma cuando diariamente ven como sus padres dedican
a otros insultos, por ejemplo, mientras
conducen al considerar que no manejan los vehículos de forma adecuada.
Otra cosa bastante preocupante es
que siempre hay gente con ganas de cabrearse y buscar broncas. No sé cuál es el
motivo de ello y qué ganan estando enfadados todo el día. Quizás para llegar al quid de la cuestión sería necesario realizar un par de estudios
sociológicos al respecto, pero a ver quién lo hace por amor al arte. Creo que
es un tema para reflexionar sobre los efectos beneficiosos de la ira en nuestra
persona. Y es la ira, precisamente, lo que nos lleva a otro tema angustioso: la
enorme violencia que hay en nuestra
sociedad y que llega a acabar con la vida de personas inocentes.
Y mis inquietudes no acaban ahí,
ojalá: me preocupa la inseguridad, que nos quiten avances en lugar de ofrecer
más opciones en la sociedad; que existan jóvenes que ni estudian ni trabajan
porque, hablando en plata, no les da la real gana; que también haya un sector
de la juventud que piense que para divertirse es necesario drogarse y beber alcohol en
exceso; que existan personas que
antepongan el dinero a otras personas; que gente que no sabe conducir lo haga de
forma temeraria y atropelle a víctimas; la actuación violenta de las autoridades hacia los manifestantes; etc.
En fin, desde mi punto de vista, el conjunto de todo lo que
he ido nombrando (e ignorando porque de lo contrario no acabaría nunca) es en realidad un fracaso que justifica que el mundo no funcione. ¿Todavía
sigues pensando que la crisis es lo más relevante?