8 jul 2013

La sobrevalorada importancia del dinero


A estas alturas, los lectores habituales de este blog sabrán a la perfección que una de mis aficiones más nocivas, y curiosamente la que mejor se me da, es indignarme (debido conflictos sociales, injusticias y comportamientos y/o conductas que considero intolerables y despreciables). Últimamente ando irritada a causa del dinero y la avaricia de personas próximas a mi entorno, y no es que la crisis económica me quite el sueño, ni que mucho menos que me preocupen excesivamente los asuntos financieros de la Bolsa. Desde mi insignificante punto de vista, considero que es importante aclarar un par de puntos que la gente más cretina no es capaz de razonar por sí sola. Por cierto, si ciertas personas que me conocen en persona se dan por aludidas, quizás sea que esta entrada está exclusivamente dedicadas a ellas.

El sistema capitalista que predomina en nuestra sociedad ha hecho que el dinero se convierta en una apreciada riqueza que los habitantes desean alcanzar cueste lo que cueste, a pesar de que la obtención de éste implique la pobreza de otros. Los antiguos filósofos ya sostenían que el hombre vivía antes en un estado  de naturaleza basado en la ley del más fuerte, vamos, en otras palabras, la ley de la selva, en el que se caracterizaba por su cuantioso egoísmo, llegando a matar a sus semejantes a fin de conseguir sus pertenecías y bienes. Personalmente, creo que con el transcurso del tiempo la única modificación que se ha realizado al respecto es que la tendencia egoísta del ser humano ha aumentado, yendo in crescendo, hasta el punto de darle una exorbitante importancia al dinero, máximo elemento a obtener en esta vida.

Resulta llamativo observar cómo son las personas más adineradas las que se quejan continuamente de "falta de recursos económicos" a otras que, por sus circunstancias, no los tienen, y que , para colmo, se afanan por recibir una mayor cantidad de efectivos económicos de los que ya tenían en un principio. Esto me parece un poco surrealista, y me hace plantearme si éstas personas no mostrarían un poco más de inteligencia (aunque con su limitado cerebro solo sea una diminuta parte) al callarse y dejarse de comentarios tan ridículos que solo sirven para evidenciar su falta de juicio y su mayúscula ineptitud. Sin embargo, tristemente para ellos, recordaré una vez más, y no me cansaré de repetirlo hasta el día de mi muerte, que hay gente tan pobre en el mundo que lo único que tienen es dinero que, algún día, terminará desapareciendo por completo.

A título personal, me alegro de ser una persona con los pies en la tierra que todavía prefiere mantener ideales y valores morales antes de tener una grandiosa riqueza económica. Al fin y al cabo, como dijo el célebre poeta y filósofo alemán Friedrich Nietzsche "lo que tiene precio, poco valor tiene". Pero hay que reconocer que aunque el dinero no proporciona la felicidad, ayuda bastante en nuestras vidas. No obstante, cuando éste se desvanece, ¿qué te queda si te has convertido en un individuo codicioso que ha optado por patrimonios y ha dejado de lado a personas que merecían su consideración? La respuesta es obvia. Yo he aprendido en mi inexperta vida que hay que darle importancia a las cosas que realmente la merecen, y no voy a perjudicar mi salud o perder el tiempo encolerizándome por las conductas codiciosas de un par de personas que no entienden lo que es importante en sus existencias. Por eso, he decidido echar de mi vida a la gente que no me aporta cosas positivas, y aunque si algún día les veo, mantendré mi educación y saludaré, pero del resto, en lo que a mi respecta  no existen.

No me importa no tener una numerosa cantidad de dinero, es más, es algo de lo me alegro enormemente. Si lo tuviese, estoy convencida de que tendría a mi alrededor una infinita cantidad de sujetos que estarían esperando la primera oportunidad que se les presentase para aprovecharse de mi dinero, aunque afirmen con rotundidad ser amistades. Tampoco creo que mi rústica y anticuada voz de la conciencia me permitiese tener tales bienes sabiendo que se me ha concedido robándosela a otras personas que vivirían en circunstancias ínfimas a las mías. Además, me preocupa el hecho de que el dinero pudiera subírseme  a la cabeza y transformarme en el prototipo de humano avaro que tanto desprecio.

En conclusión, como siempre, puede ser que sea yo la persona rara que no ansía obtener riquezas económicas. De hecho, muchas veces pienso que tal vez no sea que el mundo esté al revés, si no que soy yo la que está cabeza abajo.

Imagen sacada de  http://tamaraespumademar.blogspot.com.es/2010/02/balanza-entre-el-amor-y-el-dinero.html