La tormenta se avecina es un texto escrito por el famoso novelista y dramaturgo brasileño Paulo Coelho, publicado en la revista XL Semanal el 19 de agosto de 2012. Espero que te guste.
"Sé que se avecina una tormenta porque puedo mirar a lo lejos
y ver lo que sucede en el horizonte. Por supuesto, la luz ayuda: es el
final del atardecer, lo cual hace más nítido el contorno de las nubes.
Veo también el destello de los relámpagos.Ni un solo ruido. El
viento no está soplando ni más fuerte ni más débil que antes. Pero sé
que se acerca una tormenta, porque estoy acostumbrado a mirar al
horizonte.
Me detengo. No hay nada más emocionante o terrorífico
que mirar una tormenta que se aproxima. El primer pensamiento que se me
ocurre es ir a buscar cobijo, pero eso puede ser peligroso. El cobijo
puede ser una especie de trampa, pues de aquí a poco tiempo el viento
empezará a soplar y puede que tenga fuerza suficiente como para arrancar
tejados, derribar árboles, destruir cables de alta tensión.
Recuerdo
un viejo amigo que de niño vivió en Normandía y pudo presenciar el
desembarco de las tropas aliadas en la Francia ocupada por los nazis. No
he olvidado sus palabras:«Me levanté y el horizonte estaba
lleno de barcos de guerra. En la playa al lado de mi casa, los soldados
alemanes contemplaban la misma escena que yo. Pero lo que más me
aterrorizaba era el silencio. Un silencio total que precede a un combate
a vida o muerte».
Y ese mismo silencio es el que me rodea. Y poco
a poco es sustituido por el murmullo, muy suave, de la brisa en los
campos de maíz a mi alrededor. La presión atmosférica está cambiando. La
tormenta está cada vez más cerca y el silencio comienza a ser
sustituido por el suave rumor de las hojas.He presenciado muchas
tormentas en mi vida. La mayor parte me pilló por sorpresa, por lo que
tuve que aprender, y muy rápidamente, a mirar más lejos, a entender que
no soy capaz de controlar el tiempo, a practicar el arte de la paciencia
y a respetar la furia de la naturaleza. Las cosas no siempre suceden
como uno quiere, y más vale hacerse a la idea.
Hace muchos años
compuse una canción que decía: «Perdí el miedo a la lluvia / pues la
lluvia, al volver a la tierra, trae cosas del aire». Es mejor dominar el
miedo. Ser digno de aquello que escribí y entender que, por muy malo
que sea el vendaval, en algún momento pasará.El viento ha
aumentado de velocidad. Estoy en un campo abierto, hay árboles en el
horizonte que, por lo menos en teoría, atraerán los rayos. Mi piel es
impermeable, por muy empapada que tenga la ropa. Por lo tanto, más vale
disfrutar de esta vista, en lugar de salir corriendo en busca de cobijo.
Pasa media hora. A mi abuelo ingeniero le gustaba enseñarme las
leyes de la física mientras nos divertíamos: «Después de ver el rayo,
cuenta los segundos y multiplícalos por trescientos cuarenta metros, que
es la velocidad del sonido. Así sabrás siempre a qué distancia suenan
los truenos». Un poco complicado, pero me acostumbré a hacerlo desde
niño: en este momento, la tormenta se encuentra a dos kilómetros de
distancia. Aún hay suficiente claridad para que pueda ver el contorno de
las nubes que los pilotos llaman CB, cumulonimbos, con su forma de
yunque, como si un herrero estuviese martilleando los cielos, forjando
espadas para dioses enfurecidos, que en este momento deben de estar
sobre la ciudad de Tarbes.
Veo la tormenta que se aproxima. Como
cualquier otra tormenta, trae consigo destrucción, pero al mismo tiempo
moja los campos, y la sabiduría del cielo desciende junto con su lluvia.
Como cualquier otra tormenta, pasará. Cuanto más violenta sea, más
rápido lo hará.
Gracias a Dios, aprendí a enfrentarme a las tormentas."