5 jun 2013

Supernanny


Hoy quiero hablar de uno de los programas televisivos que me parece más desconcertante y espeluznante: Supernnany. Este programa consiste en que Rocío Ramos-Paúl, una conocida psicóloga, va de casa en casa intentando educar a los hijos ajenos más problemáticos, incontrolables y modificar sus malas conductas. Se supone que la finalidad es que los espectadores aprendan a educar a sus hijos siguiendo el "método Supernanny". Tras ver este programa, me he dado cuenta de que ya no quiero tener hijos.

A mí una cosa que me impacta bastante cuando veo cada programa es que, según Rocío Ramos, los niños siempre quieren llamar la atención de sus padres, para ella todo se basa en esa premisa. Es el quid de la cuestión. No importa que un niño tenga 40 grados de fiebre, este escalando por las paredes y vomitando una sustancia blanca al mismo tiempo que gira el cuello en 360º (vale, he exagerado un poco), para Supernanny, tan solo serán llamadas de atención y les aconsejará a sus padres que lo mejor es ignorarlos, pues de esa forma dejarán de hacer tales cosas. En verdad, yo creo que su técnica se basa en el pasotismo, es decir, en pensar: "tú no les hagas caso, vete a hacer tus cosas, que cuando se aburran ya dejarán de hacerlo. Si total, ignorar a tus hijos es lo mejor que puedes hacer".

Hablemos de lo que he llamado el "método Supernanny".¿Qué hace esta mujer cuando los niños se ponen pesados y crean situaciones verdaderamente desesperantes? ¿Cuál es su fórmula mágica para educar de la forma más exitosa posible?¿Cómo logra erradicar esos malos hábitos de conducta? Fácil: les quita a los niños puntos. ¿De dónde salen esos puntos? No lo sé, es un fenómeno tan extraño que el mismísimo Iker Jiménez está investigando. Supernanny ha explotado esta técnica hasta límites insospechados, por ejemplo, la versión 2.0 es colgar un póster de animales en el campo e ir quitándolos y poniéndolos a medida del comportamiento de los pequeños. Que yo me imagino a los pobre niños gritando "¡mamá, por favor, pégame, pero no me quites un punto o una rana del póster, por lo que más quieras!".

Porque luego está el tema de pegarle a los chiquillos. ¿Creéis que emiten todos los programas que se graban? ¡Claro que no! Yo tengo dos teorías: o que adiestran a los niños para hacer todo ese paripé ante la cámara o no emiten todas las escenas que ocurren. Yo soy más partidaria de esa segunda hipótesis. Yo soy una niña y ,de repente, se mete en mi casa una desconocida cuyas vestimentas son , por lo menos, de la Edad Media y se pone a intentar domesticarme a base de puntos y le parto una silla en la cabeza. ¿Cuántas veces nos habremos perdido esas escenas más divertidas en las que los niños agreden a la psicóloga? No creo que a ella le importe mucho, al fin y al cabo, aunque se estuviese desangrando, diría que son claras y evidentes llamadas de atención, y por lo tanto,el castigo sería quitarles un punto.

Una de mis partes favoritas del programa es cuando Supernanny finge irse de la casa y graba a los padres tratando a sus hijos de la forma que ella les haya enseñado. Tras unas semanas, regresa al hogar y, en compañía de los padres, visualizan el vídeo viendo los fallos que éstos han cometido a la hora de tratar a su prole. Hay padres que se dejan intimidar por la cámara y aceptan sin rechistar todo lo que Rocío les aconseja. Pero luego están los padres que no aceptan lo que Rocío les dice y afirman que lo han hecho de la manera más correcta posible. Esto da pie a un incómodo debate que me encanta, y que mentalmente es a vida o muerte, entre la psicóloga y los padres. Supernnany intenta convencerlos de sus errores, mientras los otros siguen en sus treces de que lo han hecho bien. A este momento del programa lo he calificado como "Supernanny vs padres".

Tras un análisis sociológico que he analizado, he llegado a dos conclusiones. La primera es que tal vez sean los padres los que deban ser adiestrados por Rocío para aprender a tratar a sus hijos, pues, en la mayoría de los casos, son ellos los que los tratan mal. Padres, los hijos son individuos, no cabras, así que mejorad las formas. Mi segundo razonamiento ha sido que, cuando los pequeños se comportan de una forma incorrecta y sobrepasan los límites de tu paciencia, lo mejor es darles una hostia bien dada. En nuestra sociedad, la última generación está tan maleducada por la carencia de esa pequeña colleja que les hacía aprender la lección. Cuando de pequeña me comportaba de una forma inadmisible, mi madre me daba una torta bien dada, y de esa manera aprendía a diferenciar el comportamiento que debía tener del que no. Una hostia bien dada a tiempo puede ser una de las mayores lecciones que te puedan dar en esta vida.