16 mar 2013

Apariencias y etiquetas

El mundo vive de las apariencias, y por eso, nuestra sociedad está inmersa en una profunda ignorancia por la que, a veces, detesto formar parte de esta comunidad. La mayoría de personas desean, ansiosamente, convertirse en un absurdo producto de este sistema capitalista y vender una imagen ficticia de su persona por motivos que tan solo ellos conocen. A lo mejor, soy tan ignorante y analfabeta que he olvidado que hay que seguir las modas que se impongan a raja tabla, y ahora la moda es ahora fingir ser quien no eres.

Cada día es más difícil conocer realmente a alguien, todos están preocupados por encajar en un determinado círculo social, pese a que para ello tengan que hacer cosas que en verdad no quieren. Parece que ahora la costumbre para el populacho es hacerse malote y mayor (con el significado que ellos le dan, claro, pues desconocen el concepto madurez). Fumar para tener apariencia de golfo, irse de fiesta  y competir para ver quién coge más rápido un coma etílico, vestirse cada vez con menos ropa, ir en plan "mira que peligroso soy", etc...  

Yo lo siento en gran medida, pero por mucho que intento respetar a este tipo de personas, no puedo.¿Cómo respetarles si ellos tampoc lo hacen? Creo ser una persona tolerante, y también considero que cada uno es libre de hacer lo que quiera siempre que no interfiera de modo negativo en la vida de los demás, pero estos individuos me pueden. Sé que todo es fruto de la inmadurez, y que, con un poco de suerte, algunos cambien con el transcurso de los años, pero es inevitable preguntarse si tanta tontería es necesaria. No sé por qué este gran sector de la población se obsesiona por no mostrarse tal y como es, les aterra meditar en que puedan llegar a ser rechazados por su auténtica personalidad. Viven pensando en el "qué dirán", sin darse cuenta de todo el tiempo irrecuperable que están perdiendo por culpa de ese tópico. Me da pena pensar en que algunos no se conocen realmente a sí mismos.

Sin embargo, no todo está perdido: quedan unos seres en peligro de extinción a los que les da completamente igual lo que otros puedan opinar de ellos. Son naturales, dicen las cosas como las piensan y rechazan falsas apariencias, personalidades y, sobre todo, las etiquetas que la sociedad emplea para ridiculizar. No necesitan seguir la moda, pues saben que las tendencias cambian cada minuto y que es una esclavitud seguirlas. Y es, precisamente este pequeño grupo reducido, quienes merecen tener protagonismo en este hipócrita y fraudulento teatro.