18 mar 2013

Docentes sin profesionalidad ni educación

No soporto la falta de profesionalidad y de educación que algunos profesores nos demuestran a los estudiantes cada día, y, para colmo, insisten en que nosotros debemos mostrársela a ellos por ser unos simples inexpertos aprendices. Antes, en mi ingenua etapa de bachillerato, creía que cuando llegase a la Universidad los profesores serían más competentes y satisfactorios, pero me temo que vivía en una deleitosa utopía que se desplomaría rápidamente. Hoy quiero denunciar, mediante esta entrada, a un soberbio profesor que parece, y no exagero, un niño de 1º de la ESO .

Robert M. Hutchins (1899-1977) ,  filósofo de la educación, decano de la Escuela de Leyes de Yale, presidente de la Universidad de Chicago y su canciller, dijo en una ocasión que " la educación no es para reformar estudiantes o entretenerlos o hacerles unos técnicos expertos. Es para inquietar sus mentes, abrir sus horizontes, encender sus intelectos, enseñarles a pensar correctamente". También Horace Mann dijo en su momento que "el maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío". Creo que estas dos frases resumen el  gran problema que tanto yo como mis compañeros tenemos con este individuo. Algo falla en el sistema educativo cuando la totalidad de los estudiantes comparten una misma opinión negativa hacia un profesor  (o al menos, ese es el apodo que tiene, porque en la práctica dudo que conozca el significado de tal título).

También hay un gran obstáculo cuando el educador llega malhumorado a clases, se pone a la defensiva, se rie en las caras de los presentes, explica leyendo un powerpoint con definiciones y conceptos sacados de un libro (que, por cierto, se explica tan mal como él), pasando las diapositivas tan rápidamente que no nos da tiempo ni a leerla entera. Lo más surrealista es que cuando alguien tiene una duda y se la expone, este señor se enfada, contesta con refranes como "¿de qué color es el caballo blanco de Santiago?" y se hace un monólogo exterior él solo (destrozando los de William Shakespeare) , ignorando la pregunta que le formulaban. Encima, para colmo, el señorito nos va insultando cada vez que tiene ocasión, en distintas facultades e, incluso, en la nuestra propia ante los demás docentes, algo que parece sacado de una película de humor . Y ya, la guinda del pastel la termina de poner cuando le dan ataques y comienza a ponerse agresivo y violento, golpeando lo primero que pille (vamos, que cualquiera le pregunta algo sabiendo que sufre estos incontrolables arranques).

¿Por qué tenemos que tolerar que este individuo pague sus problemas personales con nosotros? ¿Por qué tiene que permanecer en ese cargo habiendo tanta gente en paro que seguro que sabe explicar? ¿Por qué, si se supone que estudió la carrera que deseaba, no muestra entusiasmo alguno a la hora de hacernos partícipes de sus conocimientos sobre ella? ¿Por qué, al menos que no se digna a enseñar, muestra una mínima educación y delicadeza? Son tantos por qué sin respuestas...

Tengo la teoría de que nos sublevemos académicamente o no, quejándonos de tal insostenible tesitura a los altos cargos, veremos a este señor por un largo periodo de tiempo, ya que a este paso no aprobará su asignatura ni él mismo si tuviera que hacerlo.