29 abr 2013

Gente que no saluda



Primera hora de la mañana, falta media hora para el inicio de la clase. De repente, un grupo de personas que está en mi clase llega, y yo, pensando que la educación es algo digno de incluir en la vida diaria, saludo en voz alta. ¿Resultado? De cinco personas a las que saludé, solo una me devolvió el saludo. ¿Por qué? Esa es la cuestión que tanto he reflexionado estas últimas horas.

Comprendo que le pueda caer mal a ciertas personas, de hecho, yo misma me caigo mal. Pero pese a los sentimientos que pueda tener hacia una persona, independientemente de que sea positivo u negativo, intento ser, o al menos parecer, cortés. Pero bueno, será que soy la única persona anticuada que piensa que es necesario tener buenos modales.

 Tengo muchas teorías e ideas del por qué me sentí tan ignorada, pero ninguna me convence:
  • Hipótesis 1: No me escucharon. Es evidente que sí lo hicieron, pues una alma caritativa tuvo el detalle de saludarme.
  • Hipótesis 2: Soy invisible. Quizás, sin darme cuenta, me he convertido en una ninja que pasa desapercibida en algunas ocasiones. Tengo que aprender a controlar mis habilidades...
  • Hipótesis 3: Tenían mucho sueño. Esta excusa barata con la que pretendí en su momento justificar lo sucedido no es coherente. Cuando tengo mucho sueño, aunque no tenga fuerzas para hablar, puedo soltar una especie de gruñido que puede sustituir a un "hola" o "buenos días". Si mi yo más dormido y salvaje es capaz de soltar ese ruidillo, esas personas también. ¿Ni si quiera me merezco un mero gruñidito?
  • Hipótesis 4: En verdad esas personas nunca entraron en mi clase, todo fue fruto de un sueño de Antonio Resines. A pesar de que a priori esta teoría me parecía muy lógica, me faltaba encajar la pieza del puzzle de cómo el actor consiguió mandarme vía telepática su sueño.
  • Hipótesis 5: La culpa de todo la tiene Yoko Ono por ser la presunta culpable de la separación de los Beatles. Cuando no sé a quién culpar, siempre hago referencia a la viuda de John Lennon, total, más odiada por la gente no puede ser (aunque su armoniosa voz celestial en su improvisada a capella en el MoMA le ha hecho ganar puntos a favor).
 Fracasados todos mis intentos de justificación de tal ruda conducta, llegué a la conclusión de que  soy muy tonta por saludar y que la gente es muy maleducada y extraña.