1 abr 2013

Dispositivos tecnológicos


Hoy vino a mi clase, a darnos una charla sobre las nuevas tecnologías existentes, un importante individuo cuyo nombre no recuerdo (y más vale que no recuerde). Yo admito que los avances en el campo tecnológico han traído un sinfín de ventajas y beneficios para la población que puede permitirse dichos aparatos. Sin embargo, este curioso señor ,que parecía una mezcla de hipster y vendedor ambulante, quiso venir presumiendo de todas las herramientas tecnológicas que tenía, incluso pasándonoslas como si se tratasen de algo prodigioso digno de ocupar un altar en el museo más prestigioso el mundo. La verdad, es que aunque me crispó bastante, al final me dio penica, porque vi lo pobre que en realidad era.


Este hombre cuyo nombre prefiero no recordar, vino acompañado de una mochila,aparentemente de acampada, en la que guardaba numerosos trastos (que si un livescribe, el último móvil del mercado con una súper aplicación que te permite saber que tiempo hace, y bla, bla, bla), a los que daba más importancia que a un hijo mismamente. Estaba totalmente convencido de que todos esos, desde mi punto de vista,  cachivaches les facilitaban la vida y se enorgullecía de ello.

¡Fue ahí donde aprecié la soledad de este pobre sujeto! A priori , me pareció que tiene un grave problema: le da más importancia a la tecnología que al resto de cosas. Este señor ya tiene sus años como para ser un esclavo del mundo tecnológico, que podría ser, casi, mi abuelo. En mi afán por antitecnologizarme, que os aseguro que llega hasta límites insospechados (me hice un Facebook hace unos pocos días por cuestión de un trabajo, con mi móvil no se puede ni pillar wifi, no tengo una réflex, etc.), soy una marginada de la sociedad por no tener el maldito y dichoso WhatsApp de las narices que ha logrado sustituir las relaciones sociales humanas cara a cara. Pero vivo feliz sin ser una obsesionada capitalista en busca de lo más moderno del mercado tecnológico, y prefiero darle más importancia a otras cosas pequeñas del día a día (y me da igual que suene cursi).

La gente como este desgraciado humano  que conocí necesita, urgentemente, clínicas de desintoxicación, no son capaces de dejar de pensar en tener el objeto más novedoso. Llegué a un punto en el que, en la charla, me dieron ganas de gritarle al conferenciante: ¡la tecnología no proporciona felicidad, entérate!, pero ya sea por vergüenza, educación, respeto, pereza o, directamente, pesca absoluta , me mantuve en silencio.
Acto seguido, me dieron ganas de darle un abrazo, pero se me pasó rápidamente porque soy muy borde y misántropa.

En fin, la tecnología avanza y aporta beneficios, pero acabaremos siendo inútiles debido a que sólo miramos por nuestra comodidad, al mismo tiempo que va conviertiéndonos en seres cada vez más anticuados y obsoletos.